Ratas de laboratorio.

El sistema. Ese enemigo tan grande que tenemos las personas. Esa continua estadia de momentos que nos oprimen que nos delatan que nos observan; como si fuéramos ratas de laboratorio. Como si fuéramos un experimento. Así estamos, dispuestos a lo que nos digan que tenemos que hacer, dispuestos a ser lo que otros quieren. Así estamos, en un constante trato de mostrar lo libre que somos, cuando en realidad estamos encarcelados con varillas de acero, de un acero irrompible; de un acero superficial y sólido tan sólido como una sociedad completa, compleja, continua.. y continúa siempre continúa y no te deja al costado, porque si quedas al costado sos loco; sos raro; sos eso que nadie te dijo que seas; sos ese suspiro de alivio en los escritores, en los amantes de la vida misma; de la imaginación; de las estrellas; de la borra del café. Sos ese instante, ese momento de desesperacion; cuando nadie te escucha; cuando nadie te entiende. Sos artista. Y nadie nos escucha y nadie nos entiende. Porque entenderte? si no aportas al sistema nada más que un poco de paz y alegría, un poco de todo menos de eso que les conviene a los que están allá arriba, contando números y pateando al que se atraso en el café que tenía que llegar a las 9 de la mañana.. porque si, también tienen hora para tomar un café. Y eso no es todo; esos que piden el café a las 9 de la mañana y patean la cabeza de quien se los trae; también patean los sueños de los que no quieren ser ese que les trae el café; pero tampoco quiere ser ese que cuente los números que el no supo contar o que le cure la espalda cuando no pueda estar más sentado en esa silla. Patean los sueños de quienes queremos crecer desde abajo; porque no podemos arrancar desde arriba, arrancar; si arrancar porque hay algunos que no arrancamos aún porque no podemos; porque no tenemos como; porque no tenemos dónde. Uruguay señores. Un lugar donde ser artista; es morirse de hambre.

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